En esta entrada se resume la primera, y no por eso última, macro-sesión de la partida. La sesión más larga hasta la fecha y todo un desafío tanto para el master como para los jugadores. Casi 7 horas de rol con pausa para las pizzas que algunos tardaremos en olvidar.
Esta larga partida se realizó un jueves 1 de julio a lo largo de todo el día en la humilde morada de un servidor.
En esta sesión Athan (Gonzalo), Dihana (Maider), Ungrimm (Txemari) y el recién llegado Punchout (Gabriel "el-hermano-del-master" Pout) tuvieron que recorrer un largo camino y librar una dura lucha junto a los elfos.
"Siguiendo a Allinas el grupo pronto tuvo que dividirse. Aunque no había tiempo que perder, más de uno se perdió por el camino, pues la velocidad de la elfa hacía muy difícil seguirle el paso.
Athan, Arkus, Ungrimm y Dihana pronto se encontraron con que eran los únicos que seguían a Allinas. El resto posiblemente se habrían extraviado en el denso bosque. Entonces el reducido grupo se detuvo de golpe, sorprendidos por una extraña visión. Un portal, como aquel que el grupo atravesó una vez, apareció frente a ellos, flotando en el aire. Una criatura metálica cayó por la abertura de la puerta entre dimensiones estrellándose contra el suelo mientras ésta desaparecía.
Punchout era un forjado, un constructo viviente que había caído en aquel mundo sin saber qué hacer. Rápidamente el grupo decidió que Punchout sería de gran ayuda. El pesado hombre de hierro les acompañaría a partir de entonces.
Corriendo entre la espesura aquel improvisado escuadrón de rescate llegó a un pequeño cañón recorrido por un río de turbulentas aguas. Un puente de madera, algo atormentado por los años, parecía ser la única forma de llegar al otro lado, aunque no inspirase precisamente seguridad. Allinas, instigada por la urgencia fue la primera en cruzar. El resto, en cambio, no lo tenían tan claro.
Haciendo uso de algunos de sus conocimientos el enano y la bruja improvisaron, con ayuda de Allinas, una tirolina entre ambos lados, usando para ello las cuerdas del antiguo puente. Contrariamente a lo que pudiese pensarse, el primero en probarlo fue el pesado forjado para la guerra. Punchout, empleando su habilidad especial para ayudarse a cruzar, desencajó su brazo derecho, usando la cadena que lo unía como herramienta para deslizarse por la cuerda. Encaramado sobre el árbol éste se lanzó, llegando grácilmente al otro lado. La cuerda había resistido.
El resto, uno por uno, fue cruzando al otro lado. El último de todos fue el enano, poco confiado en aquella forma de pasar. Agarrado a su hacha se dejó caer sobre la cuerda como los demás. Quizá la mala suerte o su extraña manera de moverse mientras se deslizaba hizo que su hacha acariciase la cuerda con su filo, partiéndola por la mitad. El golpe contra el agua acabó por salpicar a los demás.
Sin perder un segundo Punchout extendió su brazo hasta el buscamuertes, pero éste, aturdido por el golpe, no atinó a agarrarse. El enano, arrastrado por el agua, después de varios intentos pudo aferrarse a las rocas de la orilla. Dihana, desatando lo que quedaba de la tirolina, lanzó la cuerda hacia él. Aferrado a la cuerda, el enano intentó trepar desesperadamente resbalando y llevándose consigo al hombre de hierro, que tiraba también de la cuerda. Después de un par de intentos más, el magullado enano y Punchout lograron subir por fin hasta el bosque empapados hasta los huesos... o las junturas. Después del incidente, la elfa, guiando al grupo, redobló los esfuerzos por llegar a Linde Boscoso lo antes posible.
Quedaban pocas horas de luz cuando el grupo llegó a la ciudad de Linde Boscoso. Los árboles ancestrales, hogar de los elfos silvanos, se alzaban poderosamente frente a los personajes. El hogar de Allinas, la casa Aliandra, se encontraba cerca. A los pies del gigantesco árbol una especie de elevador esperaba a que el grupo se animase a subir.
La llegada a la casa vino acompañado de gran expectación por parte de los elfos. No era habitual ver extraños en la ciudad y menos en casa Aliandra. Kirikos, jefe de los guerreros de la casa, también dio su "calurosa" y particular bienvenida a los personajes. Como hijo predilecto de la diosa no podía permitir el paso a los extraños, menos aún si habían sido los culpables de la desaparición de Elleas, otro hijo predilecto.
Aunque Allinas intentó por todos los medios convencer a su congénere, no fue sino las amenazas de Dihana las que lograron amedrentar al guerrero elfo. Un mensaje telepático de la Madre, la líder espiritual de la casa, acabó de convencer a Kirikos para que guiase al grupo ante ella.
El encuentro con la Madre vino precedido por un paso previo imprescindible: para tener una audiencia con la Madre todos debían vestirse con los trajes ceremoniales. Una capa de hojas verdes y piñas y una corona de hojas y flores daban al grupo un aspecto... diferente.
Hablar con la Madre era de suma importancia, ya que ella era la única que podía ofrecerles apoyo en aquella operación de rescate. Por ello había que seguir las indicaciones de aquella mujer. Hablando por turnos, cuando la Madre lo decidía, los aventureros fueron planteando la situación a la líder de los elfos. Elleas debía ser rescatado antes del anochecer y ellos necesitaban de todo el apoyo posible, además, los trasgos habían robado los regalos de la Reina Madre, un carro lleno de presentes que se daban cada año a la líder de todos los elfos. Si la Madre apoyaba a los personajes estos ayudarían a recuperar el botín. Convencida por las palabras del humano, el enano y la elfa, la líder espiritual ofreció todos sus recursos para la misión.
Después de la entrevista, invitados por las doncellas de la Madre, los personajes accedieron a uno de los edificios que se alzaban entre los nudos del árbol ancestral. Eran unas habitaciones encantadas de manera que una hora dentro pasaban como otras cuatro fuera. Mannae, la madre adoptiva de Elleas, se ofreció también a ayudar, obsequiando a los personajes con algunos objetos.
Descansados y con todas sus energías renovadas, fueron guiados esta vez hacia otro edificio. "Los nidos" solían llamar los elfos a la zona donde descansaban decenas de halcones gigantescos. La forma más fácil y rápida de llegar era por el aire. De cualquier otro modo no podrían llegar a tiempo. Así, montados sobre las grandes y orgullosas aves, el grupo de rescate partió en dirección al campamento trasgo.
Pasado un rato a lo lejos se divisó una mota de luz. El campamento de los trasgos bosquimanos era un sitio peligroso, por lo que deberían dejarse caer a cierta distancia de las luces. Utilizando los amuletos de caída de pluma que Mannae les había ofrecido, todos cayeron suavemente sobre el suelo sin hacer ruido y se reunieron para elaborar un plan de acción.
Ungrimm, después de observar la situación, se decidió a hacer de cebo para los trasgos. Una figura, en el centro del horrible campamento, se agitaba nerviosa junto a una gran hoguera. El enano, acercándose, intentó llamar su atención, pero sólo consiguió que la figura se descubriese cuando se lanzó contra ella. Aquel extraño personaje no era sino un trasgo con la capa de Elleas encima, que no tardó en hacer sonar un gran cuerno, que alertó a sus compañeros de la presencia de los rescatadores.
La batalla que se entabló entonces fue la más dura a la que se habían enfrentado hasta la fecha. Un sinfín de trasgos salidos de entre los árboles saltaron desde todas direcciones, rodeando al grupo.
Ungrimm y Punchout, acompañados por el fiel eidolon de Athan cubrieron todo un flanco, luchando con bravura contra los trasgoides. Allinas, Dihana y el chamán de casa Aliandra, junto a sus guardianes, lucharon por su lado contra los enemigos venidos por la retaguardia. Muchos elfos cayeron durante la refriega, pero muchos más trasgos cayeron a manos de los rescatadores. Los golpes del forjado, los hachazos del enorme enano, las lanzadas del guerrero ajeno, las llamas saliendo de manos de la bruja, las águilas atacando desde las alturas y cientos de flechas se sucedieron uno detrás de otro, diezmando a los trasgos bosquimanos.
Pero cuando todo parecía estar a favor de los elfos y sus compañeros, un nuevo enemigo apareció. "Wuigarth" murmuró Allinas. El gran jefe de los trasgos, tres veces más grande que sus congéneres y mucho más feo, apareció en lo alto del campamento trasgo. Convertido en árbol, podía verse al joven Elleas atado a sus espaldas. Trasformado y agitando su gran clava con furia, el trasgo mantenía al pequeño elfo sujeto a sí mismo, haciendo más difícil el rescate.
Acompañado por decenas de trasgos, Wuigarth se lanzó al combate a lomos de su gran mastín. Kirikos, que durante un tiempo estuvo oculto entre la espesura, apareció entonce en medio de la batalla acompañado por una dríade, un hombre árbol de la guardia personal de la Madre. Pero los poderosos brazos del guarda de la casa aportaron poco antes de caer inertes y calcinados. El enorme trasgo, armado con una gran botella de fuego de alquimista, lanzó su contenido sobre la corteza del hombre árbol antes de encararse hacia el resto de combatientes.
El peligro de herir a Elleas hizo que el convocador hiciese uso de todos los recursos disponibles. Aunque con cierto riesgo, Athan se acercó a Wuigarth y desplegó un pergamino que guardaba en su mochila. Leyéndolo en voz alta la fuerza de su magia obró sobre las cuerdas que mantenían al pequeño elfo a la sudorosa espalda del trasgo, soltándolo y dejándolo caer al suelo.
Libres ya de todo peligro de herir a Elleas el resto se enzarzó en una encarnizada lucha contra el jefe de los tragos. Los golpes volaban desde uno y otro lado. El trasgo, rodeado por casi una decena de enemigos luchaba con furia, golpeando a sus rivales con su enorme arma. Un duro golpe casi tumbó al eidolon de Athan, mellando su armadura, pero un poderoso golpe de éste último acabó con la vida de Wuigarth, que cayó al suelo lleno de heridas y virotes clavados en su masivo cuerpo.
En brazos de Allinas, Elleas volvió en sí para el regocijo de todos. El grupo de elfos, felices tras recuperar el cargamento de regalos para la Reina Madre, volvió a casa volando triunfales sobre sus halcones.
Nuestros viajeros fueron recibidos como verdaderos héroes por los habitantes de casa Aliandra. La Madre, a modo de agradecimiento, puso a su disposición toda una selección de regalos que les ayudasen a volver a casa, así como un permiso especial para permanecer en Linde Boscoso todo lo que deseasen.
Nuestros recién estrenados aventureros merecían un buen descanso que aprovecharían hasta el final.
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